Kolabal, México

San Cristóbal de las Casas

*San Cristóbal de las Casas

Por culpa de la pandemia, el año académico 2020-2021 fue muy complicado para mí. No os preocupéis. Afortunadamente, no tuve ningún problema de salud significativo. De todos modos, soy hipocondríaco y, como podéis imaginar, el coronavirus me generó mucho estrés. Pero no todo fue angustia y nerviosismo. Durante ese período cumplí un sueño que tenía desde pequeño: probar los tacos en el país que los creó. Exacto, viajé a Argentina. Y fui feliz comiendo. 
 
Evidentemente, es broma. Sí que viajé (siempre con mascarilla), pero mi destino fue México, uno de los lugares más increíbles que he visitado. No lo hice exactamente por placer ni por curiosidad gastronómica, sino para llevar a cabo una estancia de investigación para mi tesis de máster. Durante cuatro meses, viví en San Cristóbal de las Casas, un municipio de arquitectura colonial ubicado en las montañas de Chiapas, el estado más al sur del país que colinda con Guatemala. ¿Os interesa? Sigo, entonces. 
 
Llegué a México el 21 de enero de 2021, una fecha que nunca olvidaré. Aterricé en Tuxtla Gutiérrez, la capital y el núcleo urbano más grande de Chiapas. Después de pasar un exigente control sanitario, subí a bordo de un autobús abarrotado de mochileros/as que me llevó a San Cristóbal de las Casas. Allí, me esperaban Andrea y Andrés, mis nuevos/as compañeros/as de piso. Eran (y son) muy majos/as, por cierto. Primero, me enseñaron la casa y, después, me acompañaron a pasear por el centro de la ciudad, del cual me enamoré perdidamente. 
 
Enseguida, me di cuenta de que San Cris era una población llena de vida. Sin lugar a dudas, venir a este rincón del planeta fue una buena elección. Cuando mi cerebro se acostumbró al nuevo panorama, recordé que estaba hambriento. Seducido por unos aguacates astutamente expuestos en el exterior, entré en una pequeña tienda de alimentos cerca de casa. Agarré un par de huevos, un paquete de arroz, un mango y, como no, un aguacate. Lo justo y lo necesario para almorzar. Tras pagar, la propietaria del negocio me dijo sonriendo: “kolabal”. 
 
¡¿KOALA…QUÉ?! ʕ•ᴥ•ʔ
 
Al ver mi desconcierto, Andrea acudió al rescate: “significa ‘gracias’ en tzotzil, la lengua indígena más importante de la zona”. Quedé boquiabierto. 
 
Español...y mucho más 
 
El español es la lengua mayoritaria de México, pero ni mucho menos la única. De hecho, es un país con una enorme riqueza lingüística, gracias a los numerosos pueblos originarios que lo conforman. Además del castellano, existen 68 lenguas indígenas reconocidas, entre las cuales destaca el náhuatl, el idioma del imperio azteca. Las palabras "chicle", "chocolate" y "tomate" derivan, precisamente, de esta habla milenaria. También "aguacate", la cual evolucionó del término "ahuacatl", que significa "testículo". Curioso, ¿no? 
 
Por otro lado, mi querido estado de Chiapas es una pequeña porción de la antigua civilización Maya, la cual floreció en el sur de México y en extensas partes de Guatemala, Belice, El Salvador y Honduras. Un 30% de su población es indígena, de modo que no es difícil escuchar a sus habitantes comunicarse en lenguas mesoamericanas. ¿Recordáis a la señora encantadora que me vendió la comida? Ella es tzotzil, un grupo mayense del área de San Cristóbal de las Casas. No sé a vosotros/as, pero a mí, la diversidad cultural, ME FLIPA. 

Palenque, Chiapas

*Palenque, Chiapas

¿Seguimos con la historia? 
 
Normalmente, las jornadas en San Cristóbal eran soleadas y calurosas, de modo que siempre tenía ganas de estar al aire libre. Pero, como dice el dicho, "primero el deber, y luego el placer". Por las mañanas, iba a la universidad o me encerraba en mi habitación a leer artículos académicos. Por las tardes, en cambio, salía a correr con dos chicos estadounidenses, los cuales se identificaban como "nómadas digitales". Fijaos que no he dicho “americanos”, término que, en español, debería emplearse para referirse a TODA la población del continente. Desde Canadá hasta Argentina. 

Utilicé los fines de semana para pasear por la ciudad y alrededores, así como para hacer turismo. Armado con mi mascarilla FFP2, hice varios tours organizados, que me permitieron optimizar el poco tiempo que tenía a disposición. "¡Qué viajero de pacotilla!", pensaréis. Siento defraudaros, pero, en ese momento, la prioridad era esquivar el COVID y completar mis estudios. Indudablemente, lo más impresionante que vi fue el sitio arqueológico de Palenque, ubicado al noreste de Chiapas. Este antiguo asentamiento fue una de las ciudades más importantes del mundo maya. Superrecomendable. 

Dejando de lado la amabilidad de la gente, lo que más me gustó de México son los tacos. Y eso que mi relación con ellos empezó fatal. En mi primera cena en una taquería local agarré una salmonela de campeonato, que me tuvo con fiebre e inconvenientes estomacales durante una semana. “NO COMERÉ TACOS NUNCA MÁS”, me dije sollozando en el baño. Al cabo de unos días, ignorando lo prometido, me armé de valor y lo intenté otra vez, obviamente en otro restaurante. ¿Sabéis cuál fue el resultado? Pues que, después de ese momento, la pizza ya no es mi comida favorita. Mi dispiace. 

Todo lo bueno tiene un final 

Los meses pasaron volando y llegó la hora de volver a Europa. La verdad es que me hubiera quedado un poco más. Al final, me hice muy amigo de Andrea y Andrés, cuyo pasatiempo preferido era imitar mi acento peninsular. “¡Qué pasa tío!”, repetía Andrés día y noche, sin mostrar signos de fatiga. También reproducía otras palabras, pero prefiero no decirlas. Cada domingo cenábamos juntos, momento durante el cual charlábamos distendidamente. La tarea de cocinar era rotatoria, pero siempre acababa preparando tortilla de patatas. Creo que les gustaba. Yo, digo. También la tortilla. 
 
En la sala de espera del aeropuerto, hice un recorrido mental de toda mi estancia. Con una sonrisa, me di por satisfecho. Francamente, me lo pasé genial y aprendí muchísimo. Incluso, agarré un poco el acento mexicano, el cual, para mí, es el más sexy del mundo hispanohablante. Desgraciadamente, ya lo he perdido. Antes de embarcar, me dirigí a la taquería de la terminal, queriendo comer un último taco. Sé que estáis deseando otra salmonela, pero siento deciros que lo digerí a la perfección. Todavía masticando, me dije a mí mismo: "¡carajo, qué buenos estos tacos argentinos!". 


Y hasta aquí el artículo de hoy. Espero que os haya gustado. Si queréis comentarlo, lo podéis hacer en este tema de discusión, donde, además, encontraréis un pequeño ejercicio de compresión lectora :-) 

¡Saludos!
Bernat, OLS Community Manager – Español

Tacos, El tacoleto

*Tacos. Ahora soy vegetariano :-)


Last modified: Friday, 19 May 2023, 5:40 PM