OLS Blog

Unos Días en Jordania

Unos Días en Jordania

av Bernat OLS Community Manager -
Antal svar: 0

Unos Días en Jordania

Amán

Source: Bernat, OLS Community Manager 

¡MARHABA! ✋ 

En 2018 tuve la oportunidad de vivir en Australia gracias al programa Work and Holiday. Durante un año, trabajé de mil cosas distintas: camarero, repartidor de comida, limpiador, paleta, etc. Fue una experiencia muy bonita y siempre recordaré Australia con gran afecto. Allí ahorré para financiar mi máster, vi mi primer canguro y conocí a Leo, el coprotagonista de este artículo. Leo, cuyo nombre oficial es Ahmad, es de Amán, Jordania, y fue mi compañero de piso en Sídney. En poco tiempo nos hicimos muy amigos, una amistad que se interrumpió cuando regresamos a nuestros respectivos países. Pero hace unas semanas, tras siete años sin contacto alguno, nos volvimos a encontrar. Esta vez, en su tierra natal, en Jordania. 

A finales de febrero, mientras curioseaba por la red, me topé con un reportaje sobre Petra. El artículo hablaba de sus orígenes y del asombroso sistema de recolección de agua que idearon los nabateos, un antiguo pueblo árabe nómada que se asentó en esta región desértica. En ese momento, me acordé de Leo y le envié un mensaje para saber cómo estaba. Charlamos un rato y, para mi sorpresa, me invitó a su casa. Después de echar un vistazo a los precios de los vuelos, compré mi billete para Amán. Al cabo de unas semanas, en la zona de llegadas del aeropuerto, allí estaba Leo, sonriente y feliz de verme. ¿Qué pasa, c****n?, me dijo con un acento árabe muy marcado. ¡Qué ilusión volver a verlo! 

Cuando subimos al coche, Leo me preguntó si tenía hambre. Le respondí que no, que ya había comido un bocadillo, pero no me hizo caso y me llevó igualmente a desayunar a un restaurante local. Comimos a lo grande y, tras varios minutos de intensa discusión, Leo acabó pagando la cuenta. Después fuimos a su casa, donde me recibió toda su familia. Yo no hablo árabe (todavía), pero nos entendimos bastante bien en inglés. Finalmente, me acompañaron a mi habitación para que pudiera deshacer la maleta. Por la noche dimos una vuelta en coche por la periferia de Amán y cenamos shawarma, una delicia calórica que dejó a mi estómago un poco confundido, pero contento. Dormí como un lirón y, a las siete de la mañana, me levanté con mucha energía para explorar el centro de la ciudad. 

mansaf

Source: Bernat, OLS Community Manager 

Con Leo todavía bostezando, nos dirigimos al casco antiguo de Amán. Antes de empezar a caminar, me obligó a desayunar hummus y falafel, una comida que, una vez más, pagó él sin darme opción a rechistar. Durante todo el día paseamos por el centro y visitamos la Ciudadela, la antigua fortaleza de Amán, desde donde pude contemplar la inmensidad de la ciudad. Amán es la capital y la urbe más poblada de Jordania. Con aproximadamente 4,5 millones de habitantes, es también el centro económico y político del país. Pese a los evidentes problemas de tráfico, Leo sostiene que es la ciudad más bonita del mundo, una afirmación que me pareció algo hiperbólica, pero que, por respeto a mi querido amigo, no quise contradecir. 

A la mañana siguiente, Leo me llevó a Jerash, una ciudad muy famosa por sus espectaculares ruinas romanas. Estuvimos allí alrededor de dos horas y luego volvimos rápidamente, quizás demasiado, a Amán para comer con su familia. Su hermano preparó un plato a base de arroz y cordero que estaba para chuparse los dedos. Me contaron que se llama mansaf y que es para los jordanos lo que la paella es para los valencianos. A diferencia de los hombres, yo comí con tenedor y cuchillo, algo que divirtió a Leo: If you want to be a real Arab, you must eat with your hands, me dijo entre risas. Para concluir el banquete, comimos un dulce típico, knafeh, y bebimos un poco de té con mucho azúcar. Por la tarde fuimos a jugar a las cartas con sus amigos y acabamos cenando algo ligero por la ciudad. 

Al cuarto día llegó la hora de visitar Petra, una de las siete maravillas del mundo moderno. Tomé un autobús al amanecer y llegué a media mañana a Wadi Musa, la ciudad más cercana al conjunto arqueológico. Hice el check-in en uno de los muchos albergues de la población, el cual, francamente, dejaba mucho que desear. Estaba sucio, era bastante caro para lo que ofrecía y, para colmo, el encargado era seguidor del Real Madrid (esto es una broma, que nadie se ofenda). Normalmente, no lo hago, pero esta vez dejé una reseña negativa. En cualquier caso, Petra me encantó, y me sorprendió que hubiera tantas cosas que ver. Ingenuamente, pensaba que solo había un par de monumentos, pero en realidad es una antigua ciudad con muchísimo por descubrir.  

Por la tarde del día siguiente, tras una intensa mañana de caminata por el interior de Petra, regresé a Amán. El trayecto en autobús duró alrededor de cuatro horas, aunque se alargó un poco más de lo previsto. En una parada técnica para ir al baño, el conductor se olvidó de una pobre chica estadounidense y tuvimos que dar media vuelta para recogerla. Una vez en la capital jordana, Leo vino a buscarme a la estación y fuimos directos a un bar del centro para ver al Barça. Aquella noche se disputaba el partido de vuelta de las semifinales de la Champions. Por desgracia, perdimos contra el Inter de Milán y quedamos eliminados de la competición. Desde aquí, felicito a los interistas de esta comunidad, así como al simpático encargado del hostal de Petra, que seguro disfrutó enormemente de nuestra amarga derrota.  

Petra

Source: Bernat, OLS Community Manager 

La mañana del penúltimo día fue bastante tranquila, sin ningún plan previsto. Leo estuvo vagueando en el sofá y yo aproveché para trabajar un rato, respondiendo algunos correos pendientes. En un momento dado, decidió poner música y me enseñó unas cuantas canciones jordanas muy pegadizas. La verdad es que el idioma árabe me encanta y me gustaría aprenderlo, sobre todo para poder comprender mejor esta bonita parte del mundo. A las tres fuimos a recoger a los hijos de sus hermanos al colegio y luego partimos hacia el mar Muerto, a unos setenta kilómetros de Amán. Al llegar, el calor era sofocante (35 grados) y el aire tan espeso como la crema de cacahuete. 

El mar Muerto es un lugar de lo más curioso: en realidad, no es un mar, sino un lago salado. Muy salado. Tan salado que, si te bañas, flotas. ¿Cómo puede ser un lago salado?, le pregunté a Leo, un poco avergonzado por mi ignorancia. Me explicó que, debido al calor extremo y a la falta de lluvias, el agua se evapora rápidamente y las sales y minerales se quedan. O al menos eso fue lo que entendí. Otra curiosidad es que está situado a más de 400 metros por debajo del nivel del mar, lo que lo convierte en el punto más bajo de la Tierra. De vuelta a Amán, pasamos por el monte Nebo, un lugar sagrado con vistas espectaculares, y dimos un paseo por Madaba, una ciudad conocida por sus mosaicos bizantinos. Llegamos a casa agotados y empapados de sudor. Me duché, preparé la mochila y me fui a dormir.  

A las once de la mañana, Leo me acompañó al aeropuerto, donde se despidió de mí con otro insulto en español, esta vez un poco más atrevido. Tras abrazarlo, me dirigí al control de inmigración y esperé la salida de mi vuelo. Volando hacia casa, viendo el paisaje transcurrir velozmente desde el avión, me sentí muy afortunado de haber podido explorar Jordania y de haber conectado de nuevo con mi amigo Leo. Al llegar a Sabadell, le mandé un mensaje dándole las gracias por toda la hospitalidad e invitándole, esta vez, a mi tierra.  

SHUKRAN, LÉO ❤ 

Bernat, OLS Community Manager – Español 

mar muerto

Source: Bernat, OLS Community Manager