Diálogos (1): Lucía & Emil
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¡HOLA!Bienvenidos/as a la serie de artículos ❝ Diálogos ❞, donde os ayudaremos a mejorar vuestro español a través de conversaciones.
A continuación, encontraréis una charla entre dos compañeros/as de piso que viven en Valladolid. Lucía es una chica española muy bromista y Emil un joven danés que está de Erasmus en España.¡BUENA LECTURA!
Lucía: Hooooooooombre, ¿pero a quién tenemos aquí?
Emil: A Emil Jespersen.
Lucía: JAJA, sí, tontorrón, ya sé que eres Emil, el hijo pródigo de Aarhus. Es una manera de decir. De saludar.
Emil: Ya lo sé, mujer de poca fe, te estaba tomando el pelo.
Lucía: ¡Caray! Ya hablas como nosotros, tío.
Emil: Gracias, tía.
Lucía: Bueno, bienvenido de nuevo a Valladolid. Ven, deja la maleta al lado de la puerta y siéntate en el sofá. Quiero que me expliques cómo fue la aventura por Cantabria. ¿Te apetece un café?
Emil: No, gracias. Estoy acalorado.
Lucía: Estos nórdicos…
Emil: ¿Qué quieres saber?
Lucía: Pues no sé, hijo. ¿Todo?
Emil: Llegamos a Santander el 1 de julio por la mañana, donde hicimos un poco de turismo. Recorrimos las calles del centro, paseamos por El Sardinero y visitamos el Palacio de la Magdalena. Para cenar, nos fuimos de pinchos por la ciudad. Nos pusimos morados*. ¡Qué rico todo, por favor! Luego, “dormimos” en un hostal cerca de la catedral. Fue un desastre, francamente, porque el señor de la litera de arriba roncaba como un tractor estropeado y no pegué ojo* en toda la noche. Al día siguiente…
Lucía: Perdona que te interrumpa, kammerat*, pero, por curiosidad, ¿a qué hora cenasteis?
Emil: Eres mala. A las seis y media.
Lucía: JAJAJAJA, me lo temía. ¡Eres un criminal!
Emil: Oye, cada uno se alimenta cuando quiere.
Lucía: Si hoy tienes ganas cenar conmigo tendrás que esperar hasta las nueve. Te lo advierto. Sigue, sigue.
Emil: Al día siguiente, tomamos un barco que nos dejó en Somo, el pueblecito de surfistas buenorros* que te dije. Cuando llegamos al camping, plantamos nuestra tienda de campaña, compramos un bocadillo en el bar del establecimiento y nos lavamos a fondo. La verdad es que olíamos como dos mofetas*. Especialmente mi amigo Sergio.
Lucía: ¡Qué asco, Emil! Omite este tipo de cosas, please.
Emil: Sabes que no lo haré.
Lucía: ¿Y cómo fue el curso de surf? ¿Valió la pena pagar 400 pavos* por él? Es un pastón*…
Emil: Totalmente. Fue la mejor semana de mi vida. Los instructores eran muy simpáticos y conocimos a gente de toda España. Yo era el único extranjero, lo cual me hizo sentir especial. Mola* ser el único en algo, JEJE.
Lucía: Te aseguro que con este español te camuflas muy bien. Lo hablas de p**a madre, felicidades. Lo único que te delata es…. ostras, ahora que me fijo, te has puesto supermoreno, Emilio.
Emil: ¿Y qué me dices de los bíceps? Haciendo surf, trabajas los brazos constantemente.
Lucía: ALAAAAA, FLIPAO*, si parecen los brazos de un niño JAJAJAJA. Eres gracioso, chico.
Emil: Los músculos crecen cuando duermes, dicen. Ya verás mañana.
Lucía: Vale, vale. ¿Cuántas horas al día surfeabais?
Emil: Variaba un poco según la jornada, porque, ya sabes, el oleaje es imprevisible. Te cuento más o menos cuál era nuestra rutina.
Lucía: Dale, me interesa.
Emil: Todos los días teníamos dos sesiones de surf: por la mañana nos enseñaban la técnica en pequeños grupos y por la tarde nos divertíamos casi sin supervisión. Las primeras horas fueron una catástrofe, porque no lograba ponerme de pie y me caía todo el rato. No exagero si te digo que me tragué medio océano Atlántico. De todos modos, poco a poco, fui cogiéndole el tranquillo*. En este sentido, el último día fue una gozada, ya que conseguí cabalgar una ola de un metro y medio. No parece mucho, lo sé, pero cuando estás sentado encima de la tabla, viendo como se acerca, te das cuenta de la dimensión real del monstruo. Lo deberías probar.
Lucía: No lo descarto, pero lo dudo. No me gustaría tener que escapar de un tiburón. Además, ya sabes que no adoro la playa. Prefiero ir de acampada a la montaña a respirar paz y tranquilidad. Veo que te divertiste, estoy contenta por ti.
Emil: Sí, muchísimo. Fue duro agarrar el autobús y despedirme de todo el mundo. Pero me llevo una mochila llena de recuerdos y, sobre todo, una experiencia inolvidable.
Lucía: ¿Y ahora?
Emil: ¿Ahora qué?
Lucía: ¿Qué planes tienes?
Emil: Deshacer la maleta y pegarme una ducha porque…
Lucía: …apestas como una mofeta. Lo huelo. Pero no quería saber eso, JAJA. Me refería a estos días, semanas, meses. ¿Volverás a Dinamarca?
Emil: Ah, no, al menos, no en un futuro inmediato. Me gustaría encontrar un trabajo en España, así que, a partir de mañana, empezaré a actualizar mi currículum y a preparar una carta de motivación genérica, que sea fácil de adaptar. Ya veremos. En este momento no me quiero estresar con eso.
Lucía: Tienes razón. Hoy toca descansar y… lavarse.
Emil: Yes.
Lucía: Oye, compi, tengo que irme. He quedado con mis amigas de boxeo para ir a tomar algo en la “Taberna del buen rollo”. ¿Te apetece venir? Regalan unas tapas muy generosas.
Emil: No gracias, Lucía. Estoy hecho papilla*. Si quieres hago el esfuerzo y te espero para cenar.
Lucía: Vaaaaaaaaaa, ven, no seas tímido.
Emil: No, en serio, otro día.
Lucía: De acuerdo. Llegaré un poco antes de las nueve y, si te parece bien, pensamos entonces que comer, ¿vale? Tengo seis huevos, unas cuantas patatas y una cebolla.
Emil: JAJA, no puedes comer tortilla todos los días, Lucía. Pero me agrada la idea. La haces riquísima.
Lucía: Trato hecho. Hasta ahora, Emiliano.
Emil: Farvel*, Lucy.
Eso es todo por hoy. ¿Qué os ha parecido el diálogo? ¡COMENTAD EN LOS COMENTARIOS! :-)
Bernat, OLS Community Manager – Español
Nos pusimos morados*: We stuffed ourselves.
No pegué ojo*: I didn't sleep a wink.
Kammerat*: Mate or buddy in Danish.
Buenorros*: Hotties.
Olíamos como dos mofetas*: We smelled like two skunks.
Pavos*: Bucks.
Pastón*: Fortune.
Mola*: It is very cool.
FLIPAO*: You're a show-off.
Fui cogiéndole el tranquillo*: I started getting the hang of it.
Estoy hecho papilla*: I'm completely exhausted.
Farvel*: Goodbye in Danish.

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